top of page

El Árbol Infinito

Un árbol no emite una sóla sensación, no se engañen, estudiarlo en un libro no deja de ser una redundancia, puesto que el libro ha sido un árbol y un árbol en su estado natural está en el bosque, y este hecho, nos remite desde todas las perspectivas a una ampliación de consciencia desde la presencia. Puedes leer que un árbol es una planta leñosa, y estarás incompleto. O qué tal especie arbórea resuena con cierta vibración, o que representa tal energía, y estarás incompleto. En la Naturaleza nada es imposible, ni nada está limitado. Sólo los humanos reducimos nuestras experiencias a las experiencias de otros como precedente condicionante. Un árbol no se observa unicamente, se comprende. Uno se enfrenta a la experiencia con varias partes de su cuerpo como receptáculos de sensaciones. Y las lecturas que se reciben nomenclaturan la unicidad personal, volviéndola única e intransferible. No crean que conozco muchos bosques. No me puede en ese aspecto la ansiedad de correr y conocer de forma superficial como inercia. Yo acudo al bosque en otras profundidades, estudio uno en concreto desde no pocas perspectivas. Para alcanzar esa profundidad he de ir a un mismo bosque una y otra vez, en cada estación, en cada franja diaria, en cada climatología, para luego, rellenándo mis libretas de campo de extraños, para otros, galimatías, comprender la extensa red de comunicaciones, de relaciones, no sólo entre especies, sino entre paradigmas. No me canso de sentarme frente a un mismo árbol cada día, y abrir todos mis canales receptivos. Ver como asciende una joven enredadera y medir cada jornada su avance. Descubrir las defensas del árbol ante la invasión, es un trabajo rebosante de paciencia, de silencio y de amor. Es más, podría pasar mi vida entera sumergiéndome en la fronda de un sólo bosque y no llegaría a conocerlo por completo, pues los cambios a los que se ve abocado, se cuentan por millones, y mi percepción acotada, por ser humana, se resiste a esa variedad inmensurable de datos. Por eso, es en tantos momentos que tumbo mi cuaderno y me abandono al verdadero encuentro: respiro el oxígeno que el árbol me regala e integro así en mí, una parte de él, le doy a cambio mi expiración, en un acto de amor ilimitado, y él me integra en si mismo. En esos momentos, somos uno, iguales en todo aspecto. Cuando amas a un árbol, honras a todos los árboles. Cuando vives un bosque, estás en todos los bosques.

Texto y Fotografía:

Noelia Velasco

Entradas destacadas
Entradas recientes
Archivo
Buscar por tags
No hay tags aún.
Síguenos
  • Facebook Basic Square
  • Twitter Basic Square
  • Google+ Basic Square
bottom of page