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Las Yemas, promesas foliares y florales.

En la foto, una yema inconfundible de Fagus eleva su ramaje implorando al Cielo. En esta época, los árboles son la promesa de sus frutos, son el ideal que más adelante se materializará en hojas y flores estacionales. En esta latencia invernal, los árboles de fronda, están en el letargo del reposo. Sus organos no se desarrollan ni crecen, aguardan las temperaturas del estío para lanzarse a la conquista del cielo. Con la llegada del periodo luminoso, este hoy arbolillo, reiniciará su actividad vegetativa. Y mientras, entre sus catáfilos, guardará protectoramente, como en un abrazo silencioso, las flores y las hojas que ya son en potencia. En algún momento y por propia decisión, basada en el cálculo preciso de temperatura y luz, de agua y nutrientes, los primordios foliares darán paso a su máxima expresión: las auténticas hojas en las que se convertirán. Ya sea esta, principal, secundaria o auxiliar, la yema asume su rol en la planta sin remilgos, con la contundencia de saberse tremendamente importante, aún siendo una pequeña parte de un grandioso Ser: el Árbol. 

Noelia Velasco

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