top of page

Caminar
en la Belleza

Caminando  Conscientemente
Sembramos  la  Interioridad

     Hace veinte años descubrí una nueva forma de caminar, mi maestro fue una corriente de sentir integrada en un espacio físico: El Camino de las Estrellas, más conocido como el Camino de Santiago. Yo misma me pregunté entonces ¿Cómo podía llevar veinticinco años caminando y a la vez no saber caminar? Y era evidente que no sabía, pues en aquella primera ocasión, me enfrenté a casi quinientos kilómetros, que dejaron secuelas en forma de lesiones en mi cuerpo, pero también un despertar profundo en mi ser, y esto, haría de carburante para fraguar lo que hoy en día desarrollo con amor y gozo.   

     En mis repetidas idas a este mágico sendero, caminé bajo la lluvia y bajo el sol, escapé del asfalto para unirme a la naturaleza acogedora, a los árboles protectores, a los caminos serpenteantes que invertían el sendero hacia mi interior. Amé las risas entre dolor y dolor y, aprecié lo profundo de los pasos en soledad. Me deshice de lo superfluo y lo pesado y me aferré únicamente a mi presencia, firme y deseosa de no abandonar nunca ese nuevo camino que comenzaba a comprender. A ese peregrinaje le siguieron otros once, sumando un total, hasta ahora, de doce Caminos de las Estrellas recorridos y con ellos, miles de kilómetros andados, con sus lecciones y sus desafíos, que promovieron en mí, un método al que hoy doy forma y sentido desde nuestras "Sendas Guiadas".

     En aquellos días entendí que nuestros cuerpos expresan un lenguaje cifrado en clave de sensaciones, que abarcan desde las más placenteras hasta las más dolorosas. Depende de nuestra actitud, el poder aprovechar estas manifestaciones para exhortar a nuestro vehículo en esta existencia y, poder apreciar y cooperar con el resto de cuerpos por los que estamos formados.

     Después de varios pares de botas gastadas, doce caminos y multitud de senderos recorridos en la montaña, de cumbres a bosques espesos y de praderas llanas. Después de haber reconocido en mis pies un fundamento glorioso merecedor de cuidados y atenciones. Pude poco a poco, en base a la práctica, ir dando esta estructura al método que nombré: "Caminar en la Belleza".

      Muchas tradiciones a lo largo y ancho del planeta han sido inspiración para mí, las lecciones de los Indios Nativos Americanos, el caminar taoísta, Las enseñanzas esenias, los chamanes de Centro América y el pueblo Celta, entre otros, me han llevado a profundizar en el aspecto más heterogéneo y humilde de nuestro enlace al planeta: nuestros pies.

     Existen cuatro Maestrías de la Vida: Meditación de Pie, Meditación Sentado, Meditación Tumbado y Caminar Consciente, de entre ellas nosotros nos centramos en la última. "Caminar en la Belleza", es digamos, la herramienta estrella de la Silviterapia, el vehículo traductor que nos pondrá en contacto con los aspectos más sutiles del Bosque. Cuando penetramos en el entorno boscoso desde el silencio interior y avanzamos en este estado de intención, la sanación bi-dereccional surge y se ejecuta con precisión. Es, por lo tanto, una actitud, es caminar con presencia, con una atención interna y externa simultánea y conjunta. Este caminar nos incita a vivir para el cielo, pero con los pies en el suelo. Y esto nos conecta con el flujo vital cuando lo practicamos en la Naturaleza, en esa percepción armónica de experienciar el sabernos uno con ella. Aprender a caminar con conciencia nos conduce a vivir con alegría y sentido.

      Llevan mis pies mucha tierra hollada, como para saber que el caminar en el bosque fortalece el vínculo sagrado y rescata la memoria ancestral que estamos destinados a recuperar.

     Entre otras cosas, el método que desarrollamos es una herramienta eficaz para conectar con la sutileza del cuerpo de energía, y esto, nos lleva a aliviar tensiones cotidianas, a mejorar nuestra presencia, a fortalecer nuestra salud y romper hábitos negativos.

    Estas actividades las desarrollamos amparados en un marco metodológico, avalado en nuestro bagaje y acreditaciones.

     El conjunto de estas prácticas nos lleva a alcanzar el estado de presencia al infinito que nos invita a una alineación constante con la naturaleza y sus patrones, forjando, como no, la consideración de abandonar la opción de estar para ser el bosque, entorno en el que avivaremos el recuerdo que llevamos impreso en nuestro ADN.

     "Recordar es el camino y mis pies son el sendero"

Música para volar -
00:00 / 00:00
bottom of page