El Viejo Carbayo
El Carbayo amigo que ha visto crecer al pueblo y luego reducirse a viejos caserones vacíos. El que ha asistido bodas y ha presenciado juicios, el que vio los primeros besos robados de tantos enamorados, y el que con dolor, observo de cerca la sombra de los avances tecnológicos en forma de asfalto cercando su viejo tronco.
Su copa se retrae en la larga despedida, sus ramas emiten crujidos angostos al quebrarse bajo el viento. Sus hojas, año tras año, sueñan con formar humus fresco donde ahora sólo hay cemento.
Algún viejo amigo aún le visita y reclina su hastiada espalda sobre el nudoso tronco, recuerdan juntos, los años en los que los niños corrían cimbreando su contorno; las charlas del verano bajo su sombra, que arreglaban los malos tonos; las tantas tardes de lluvia en las que al volver de trabajar el campo, se han resguardecido los hombres bajo su densa copa.
Y aún así, el Carbayo no se siente sólo, bajo el suelo, le acompañan hijos y hermanos, en sus entrelazadas raíces, comparten el sueño de todos los árboles, que anhelan volver a ser un bosque encantado.